El Tonto Tobias
- carloslayaautor
- Oct 14
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En un pintoresco pueblo rodeado de hermosos paisajes vivía Tobías un joven tan humilde como trabajador, diariamente desde muy temprano se dedicaba a recoger arena y piedras del río que luego vendía al amable Don Simón quien era el dueño de la única ferretería del lugar, su negocio era muy próspero pues después de que paso la fiebre del oro al agotarse una mina cercana, el atractivo del pueblo devino en sus paradisiacos parajes, así las familias de la ciudad frecuentemente construían casas de descansos en aquella zona.

Los muchachos acomodados del lugar le decían El Tonto Tobías al humilde muchacho, la razón de este apodo se debía a que estos no entendían por qué si el río bordeaba todo el pueblo, Tobías siempre recogía el material cerca de la mina abandonada, lo cual además de ser más complicado de extraer también era la zona más alejada del pueblo.
Una tarde que Tobías iba camino a la tienda arrastrando su carreta con el pesado cargamento noto que había un festejo en la casa de la familia más adinerada de la comarca, el joven José Leonardo quien se encontraba con varios amigos celebrando su cumpleaños, cuando vio a Tobías lo interceptó increpándolo.
- Mi estimado Tonto Tobías tú sabes que yo soy tu amigo así que quiero proponerte algo-. Y sin oportunidad de que su interlocutor respondiera prosiguió con su discurso
- En mis manos tengo dos billetes y si tú escoges el de mayor valor será tuyo, aquí tengo uno de 5 pesos y otro de 50 pesos, como comprenderás uno tiene un cero y ese número no tiene valor así que yo no creo que ese sea el billete más grande, en cambio el otro billete no tiene ese incómodo cero que le quita valor a las cosas.
Tobías no entendía el porqué de aquella conversación inesperada, sin embargo, intuyo que si hacía lo que el Joven José Leonardo deseaba pronto estaría libre para proseguir su camino, es así como tomo el billete de 5 pesos e inmediatamente todos los presentes estallaron en risas burlonas al tiempo que el Joven adinerado decía con orgullo
- Soy el mejor vendedor del mundo.
Luego de ese día se hizo común que los jóvenes de buena familia esperaran a que Tobías se desocupara de sus labores para invitarlo a diversas reuniones con la única intención de usarlo como espectáculo, en cada oportunidad cuando le daban a escoger entre monedas o billetes argumentaban cosas distintas siempre en favor del de menor denominación, que si el color era más bonito, que si el dibujo impreso era mejor, que si una moneda pequeña era más valiosa pues era más difícil de grabar, etc.; incluso en ocasiones hasta lo invitaban a decidir entre objetos de plata, bronce y otros materiales, y en todos los casos Tobías siguiendo las recomendaciones escogía la moneda o el artículo de menor valor para la burla de todos los presentes.
Pasado ya un tiempo la agenda de Tobías se hizo tan intensa que comenzó a usar una libreta colgada en su cuello para que las personas pudieran conocer su disponibilidad y anotar cuando requerían de su presencia, el humilde muchacho siempre accedía a acompañar a todo aquel que lo invitara, sin embargo, el primer día de cada mes Tobías desaparecía del pueblo, pero al día siguiente regresaba estando disponible para acompañar a quienes lo solicitaran.
Un buen día Don Simón anuncio que estaba en busca de una persona para que trabajara de encargado en su negocio pues este se sentía viejo y cansado, pero que la persona a escoger debería demostrar que era capaz de manejar su tienda tan bien como él.
Aquel anuncio caló en los jóvenes del pueblo como la oportunidad perfecta para demostrar quien entre ellos era el mejor vendedor, pues desde que iniciaron las reuniones con Tobías la creatividad de los argumentos esgrimidos por estos no parecía tener límite.
Es así como el joven José Leonardo propuso que en una semana al celebrar nuevamente su cumpleaños invitarían a Don Simón y estarían allí cada uno de los jóvenes que desearan demostrar su talento como vendedor a través de una presentación con el amigable Tonto Tobías, y así sería el viejo comerciante quien decidiría el ganador.
Aquel día llego y eran varios los jóvenes que decidieron probar que tan buenos eran convenciendo con novedosos argumentos para que el humilde joven decidiera por la opción que ellos impulsaban, cuestión que siempre sucedía.
El anfitrión de la noche decidió presentarse de último e intento una verdadera hazaña, convencer a Tobías que escogiera la moneda de menor denominación en vez del billete de mayor valor. Así José Leonardo inicio un discurso muy creativo expresando los buenos sentimientos que profesaba por Tobías, su intención de siempre protegerlo y de darle los mejores consejos, cuando llego el momento de que Tobías escogiera entre las dos opciones, este para sorpresa de todos los presentes se decidió por el billete de 100 pesos, la multitud estallo en aplausos para el joven al tiempo que proferían risas, burlas y pitas para el adinerado anfitrión, quien aún no podía dar crédito al resultado de su presentación.
Pero la sorpresa se hizo aún mayor cuando el otrora Tonto Tobías se dirigió a Don Simón diciendo.
- Mi respetado Don Simón, yo quiero ser el próximo encargado de su negocio y para ello deseo presentarle una propuesta de ser su socio en vez de ser su empleado.- el comerciante con curiosidad le respondió.
- A ver hijo, quisiera conocer más el origen de tu capital que el monto del que dispones
- Me parece lógica su pregunta y a continuación la contesto, desde hace un año he asistido a mas reuniones de las que recuerdo y en todas siempre he sabido que si escogía la opción que me recomendaban saldría del lugar con dinero en el bolsillo, por lo que la mayor parte del dinero que obtuve lo tengo ahorrado.
- Eso me parece muy astuto de tu parte hijo, pero entonces ahora si podemos hablar del monto de tu capital que deduzco no debe ser muy grande, ya que por mas de que hayan sido muchas reuniones, siempre el dinero era muy poco.
- Eso es cierto Don Simón, pero aún no le cuento todo.- ya en este momento las caras de sorpresa de todos los jóvenes eran evidentes, y así prosiguió Tobías.
- En cada reunión siempre esperaba en la cocina hasta el momento en que era llamado para la presentación usualmente al final de la velada, así que durante ese tiempo degustaba de la abundante comida de mis anfitriones e incluso con bastante frecuencia solía llevarme de la comida sobrante para compartirla con mi madre y mi hermano, le puedo afirmar que desde hace mucho tiempo que no debemos preocuparnos por comprar alimentos.- ahora eran también los padres de los muchachos los sorprendidos, pero las declaraciones continuaban.
- Parte del dinero lo invertí en el negocio de reparación de carretas que lleva mi hermano y que con las herramientas nuevas que compro en su tienda ha prosperado tanto que ahora tiene empleados y ha podido hacerse de carretas propias, las cuales ofrezco como parte del capital para la sociedad, además cuento con el dinero de la venta de arena y piedras que semanalmente usted me entrega y por último y no menos importante, cuento con varias piezas de oro que provienen de la arenilla de oro que extraigo con paciencia de la zona alejada en donde trabajo, que está cerca de la mina abandonada, y por la que me gane el apodo de Tonto Tobías, cada primero del mes viajo a la ciudad y pago para que la arenilla la conviertan en piezas pequeñas de oro que tenían como fin lograr mi sociedad con usted.- En ese momento el sentimiento de orgullo de Don Simón por aquel muchacho trabajador era notable, y su respuesta fue rotunda.
- Señores quiero que conozcan a mi nuevo socio y próximo encargado de mi tienda, mi buen amigo el Listo Tobías. En ese instante ambos personajes abandonaron la reunión ante el silencio incrédulo de los presentes, quienes aún no podían entender como durante todo ese tiempo no se dieron cuenta quienes fueron los verdaderos tontos de esta historia.

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